miércoles, 26 de febrero de 2014

DONDE CRISTO NO HA SIDO ANUNCIADO Y DONDE CRISTO YA HA SIDO ANUNCIADO

Carlos del Pino Puede que el titulo nos asuste un poco, puesto que fuimos muy bien condicionados con la idea de que el evangelio debe de ser fundamental y prioritariamente predicado a los pueblos que jamás oyeran de Cristo. El verdadero trabajo misionero, tal como se lo considera hoy de forma generalizada, debe realizarse en contextos no-alcanzados. Incluso se suele mencionar varios versículos para confirmarse esa teoría misionera… Predicar a personas, ambientes, pueblos o países donde Cristo ya ha sido anunciado es una premisa desprestigiada entre los evangélicos y misioneros, algo que no merece el debido apoyo, que no recibe el debido respeto, que no puede tener el mismo espacio en nuestros discursos, cultos y presupuestos. ¡Eso no es una verdad bíblica! Nos olvidamos rápidamente que la palabra “naciones” de Mt 28.19 viene precedida por la palabra “todas”, lo que necesariamente incluye todos los contextos humanos de vida, los no alcanzados, los ya alcanzados, los barrios ricos de nuestras capitales, los creyentes sin iglesia y cualquiera otro modismo terminológico. “Todas las naciones” apuntan para el “ámbito de aplicación de la universalidad” (MORRIS, The Gospel According to Matthew, p.746) de la misión de Cristo y de la iglesia. Está vinculada y se deriva de “toda la autoridad” (28.18) recibida por Cristo como resultado directo e inevitable de su resurrección (28.1-10): debido a la realeza universal, absoluta y presente de Cristo, podemos discipular a personar en todos los contextos humanos y sociales, en todas las regiones del mundo, en todas las épocas de la historia hasta que vuelva Cristo. “El señorío universal de Jesús nos demanda ahora una misión universal” (FRANCE, Matthew, p.413). “Todas las naciones” responde, también, al conflicto de entendimiento que ocurría en los primeros años de la iglesia en cuanto a “gentiles” y “judíos”. Inicialmente la iglesia creía que la evangelización debería estar restricta solamente a judíos (Mt 10.5-6), sin embargo esta restricción ahora da lugar a una misión que se preocupa con la formación de discípulos de Cristo en todas las naciones del mundo. Sabemos que “naciones” (ethnê) es un término que se usa, en el contexto de Mateo, refiriéndose a los gentiles y que podría significar la exclusión de una misión a los judíos, restringiéndola a un determinado grupo humanos (gentiles). Sin embargo, ese término significa simplemente que la misión que empezó entre los judíos debe extenderse necesariamente también a los gentiles. Además, “todas las naciones” también se menciona en 24.9,14; 25.32 incluyendo a Israel en ese contexto humano general y universal. Mateo también hace uso de expresiones paralelas como “el evangelio será predicado en la totalidad del mundo habitado” (24.14 – oikoumene), “vosotros sois la luz del mundo/humanidad” (5.14 – kosmou, 13.38) “en cualquier lugar del mundo/humanidad (26.13 – en holô to kosmô) (BOSCH, Misión en Transformación, pp.90-91). Mateo no nos enseña que Cristo solo ha sido enviado a Israel o solo a los gentiles; más bien, su intención es presentarnos a Cristo como el único salvador de toda la humanidad (sin distinguirse por clases, razas, grupos, etnias, economía o previa experiencia religiosa). De hecho, Mateo está de acuerdo con Dn 7.14 llevándonos como iglesia a reconocer siempre, conceptual, teológica y estratégicamente, que en el reino de Dios “la membrecía no se basa en raza, sino que en la relación con Dios por medio de su Mesías (3.9; 8.11; 12.21; 21.28-32, 41-43; 22.8-10; 24.31; 26.13)” (FRANCE, Matthew, p.414). Comparándose, también, Gn 11.1-9 con Gn 12.1-3 comprendemos que el evangelio no puede estar restringido a determinados grupos humanos. Entre otros vínculos, destacamos la repetición de “toda la tierra” e “todo el mundo” (misma palabra en el original) en el capítulo 11. Ocurre una vez en el inicio (1), dos veces a lo largo de la narración (4, 8) y dos veces al final (9). Se trata de una frase que indica la “divina reversión de las intenciones humanas” (LEDER, Reading Exodus to Learn and Learning to Read Exodus, CTJ 34, p.13) de hacer su “nombre” pecaminosamente famoso y autosuficiente en relación a Dios. “Toda la tierra” ha decidido conscientemente usar ladrillos, construir la ciudad con su torre y establecer su independencia de Dios. Por su parte, Dios respondió con la dispersión de “todo el mundo” por “toda la tierra” y con el fin de sus intenciones. En el capítulo 12, el llamado a Abraham de dejar su “tierra” e irse a una nueva “tierra” bajo la guía de Dios, tiene como objetivo que “su nombre fuera famoso” debido a la bendición de Dios (en contraste con el “nombre famoso” debido al alejamiento de Dios – 11.4) y que “todas las familias/naciones/pueblos de la tierra” fueran bendecidas (no “confundidas – 11.7,9). Así siendo, establecemos un marco desde el que podemos definir claramente nuestros conceptos y prácticas misioneras: la bendición del evangelio debe de ser anunciada a “todo el mundo”, puesto que fue “todo el mundo” que pecó y se apartó culposamente de Dios. Por tanto, no podemos más restringir la acción misionera de la iglesia, derivada de la misión del Cristo resucitado. La preocupación de las Escrituras es que el evangelio sea vivido y compartido con todos los seres humanos, supuestamente “alcanzados” o “no alcanzados”. El único campo misionero de la iglesia, por tanto, es toda la humanidad en todas sus dimensiones de vida.

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