lunes, 20 de mayo de 2013
ISAÍAS: su vida y ministerio profético
“Visión que recibió Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá” - Isaías 1.1
A Isaias se le considera como uno de los profetas más importantes del Antiguo Testamento, dado el contenido de su libro principalmente por la forma como expone y presenta la doctrina de Cristo (el Mesías). Por los detalles de su profecía sobre Cristo se justifica el hecho de que se le considere el “profeta evangélico”.
Era hijo de Amoz, nacido a mediados del reinado de Uzías, en una época de aparente estabilidad y relativa prosperidad para Judá. Su llamado por Dios para el oficio profético se da en el año de la muerte del rey Uzías, y ejerce su oficio profético durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías. Se casó muy posiblemente en el mismo año en que recibe de Dios su vocación como profeta y tuvo al menos dos hijos, a los que les dio nombres simbólicos por ocasión de la invasión sirio-efraimita. Se llamaban “un remanente volverá” (7.3) y el otro “pronto al saqueo, presto al botín” (8.3).
Al ver que el poder militar y las ganas de conquista de los asirios aumentaban, el reino de Israel (norte) hizo una alianza con Damasco (los sirios) para defenderse de los asirios. Invitaron a que Judá (sur) se uniera a ellos y como lo negó, le atacaran y le invadieron (Is 7), lo que hizo con que Acaz buscara apoyo en los asirios, que redujeron a Judá a una no deseada posición de vasallo de Asiria, mientras que Israel sufrió una dura invasión asiria perdiendo mucho de su territorio y acabando definitivamente con el reino de Israel. Llevan a ese territorio a árabes conquistados en otros lugares y los obligan a vivir ahí, con un poco de tiempo se mesclan con los israelíes que quedaron y poco después surge Samaria.
Durante la época de Ezequías hubo varios intentos de revueltas contra la dominación asiria. Ezequías buscaba hacer alianzas y encontró apoyo en Merodac Baladán, un caldeo que asumió el trono de Babilonia por un tiempo (Is 39), hasta que finalmente asume el trono Senaquerib. Frente a esa alianza las fuerzas de Asiria devastan a Judá y aplastan las rebeliones, sin llegar a tocar Jerusalén, pero no sin prejuicio para Asiria (37.36).
Isaias fue contra todas las alianzas por un lado y contra todas las revueltas y rebeliones por otro, puesto que su mensaje se centraba en que la verdadera salvación vendría de Dios y de su Siervo, el Mesías. No se sabe con certeza el fin de Isaias, pero la tradición judía dice que fue martirizado por Manases.
1. Su oficio profético:
Isaías fue profeta en Judá, no en Israel, a la vez que Amós, Oseas y Miqueas. Muchos pensamos hoy día que la profecía es una clase de revelación especial de Dios sobre lo que nos va a pasar en el futuro, una mescla de cristianismo muy espiritual con adivinanzas, o una palabra especial y llena del poder de Dios para nuestra vida hoy. Sin embargo, cuando vemos la profecía desde el prisma de los profetas del Antiguo Testamento nos damos cuenta de que se trata de algo muy distinto.
El oficio o el ministerio profético tiene que ver directa y profundamente con la exposición de las verdades de las Escrituras Sagradas, de forma a confrontar el pecado humano y todo lo demás que esté mal por consecuencia del pecado, e instar a que los hombres y las mujeres se vuelvan arrepentidos a Dios y a su santa palabra, en abandono del pecado y nueva vida. En ese sentido, basta echar un vistazo a lo que sigue en el capítulo 1 para ver como el profeta llama al pueblo de Judá y a sus gobernantes al arrepentimiento profundo y a una vuelta sincera a Dios. En ese sentido, la profecía empieza con un mensaje duro y amenazador en contra del pecado y del pecador, mostrando con la máxima claridad posible las consecuencias funestas del pecado tanto en la dimensión personal como en la dimensión social de la vida humana
Por eso, cuando Isaías empieza con la palabra “visión” no se refiere tanto a una experiencia visionaria estática y particular. Se refiere, más bien, a que todo lo que tiene que decir y escribir lo ha recibido de Dios, se trata de un término que autentica al profeta y a su profecía.
2. ¿Dónde y a quiénes profetizaba?:
Por el verso 1 nos damos cuenta que su profecía se destinaba a Judá y Jerusalén, obviamente tanto al pueblo común como a los reyes. Sin embargo, parece que Judá y Jerusalén formaron el primer círculo de acción profética de Isaías, puesto que a partir del capítulo 13 sus profecías llegan a otros pueblos y reyes en sus relaciones con Judá.
De eso ya podemos ver que Isaías tenía en mente que su mensaje profético de juicio contra el pecado y el pecador, y de la necesidad urgente de verdadero arrepentimiento, abandono del pecado y retorno a los principios de las Escrituras, era un mensaje destinado al pueblo de Dios y a los demás pueblos de su entorno.
La especificación de que Isaías profetizó “durante el reinado de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá” tiene su importancia porque definen muy bien la época y la dimensión socio-política que tuvo su profecía, además de que ya nos había indicado la región del mundo (Judá y Jerusalén). Eso indica que lo que dijo Isaías de parte de Dios lo dijo a un momento específico de la historia del pueblo de Dios, específicamente para el momento de vida de este pueblo, además de tener también una dimensión futura centrada exclusivamente en la venida y en el ministerio redentor del Cristo.
3. La perspectiva profética:
Para ayudarnos a comprender mejor cómo funciona este estilo literario llamado “profecía”, tan ampliamente difundido en el texto de las Escrituras, vale la pena mencionar lo que se conoce por “perspectiva profética”.
La perspectiva profética tiene que ver con dos dimensiones que asume la profecía en sí misma. Una primera dimensión es la contemporánea del profeta, la que afecta a los acontecimientos de sus propios días y de su vida. De esa dimensión el profeta está totalmente consciente, o sea, sabe que lo que dice tiene que ver con los eventos y acontecimientos que le son contemporáneos, con las cosas que le pasan a él y a su pueblo.
La segunda dimensión tiene que ver con el cumplimiento futuro (escatológico) de su profecía, siempre en referencia a la vida y obra de Jesús, el Cristo. De esa segunda dimensión el profeta no está de todo consciente, quizás solo la vea como una sombra distante, pero que ya le sirve, y al pueblo de Dios de entonces, de una verdadera esperanza.
Eso significa que el profeta tiene muy claro el sentido inmediato de su profecía, que siempre se relaciona con un mensaje contra el pecado y el pecador y la necesidad de arrepentimiento y cambio radical de vida. Pero no siempre tiene claro los significados que su profecía puede asumir en un futuro lejano, pero siempre tiene que ver con la vida y la obra salvadora del Mesías. La dimensión futura está presente y lo profeta lo sabe, pero se le presenta como una esperanza a ser aguardada.
4. La enseñanza del profeta:
De forma más amplia el tema que le da sentido a toda la profecía de Isaías es “la santidad de Dios”, reflejada de forma muy intensa en su llamamiento a ser profeta: “santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso, toda la tierra está llena de su gloria” (6.3) y en consecuencia le responde: “¡ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!” (6.5).
Otro tema muy central para Isaías es el “Siervo del Señor”, también conocido por el “Siervo Sufriente”. Hay 4 textos sobre el Siervo del Señor: 42.1-4; 49.1-6; 50.4-9; 52.1-53.12 conocidos como “los Cánticos del Siervo”. En Isaías, a Israel (norte y sur) se le considera el siervo del Señor, pero en los 4 cánticos el Siervo se identifica con el Mesías Salvador de Dios, como lo confirma el Nuevo Testamento sobre todo acerca del cuatro cántico: Mt 8.17; 1 Pe 2.24. La perspectiva profética nos puede ayudar a comprender esto: el Siervo se refería inicialmente a Israel, pero tendría su cumplimiento total en Jesucristo.
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