lunes, 11 de febrero de 2013
PABLO: ¿Quién fue Pablo?
Hablar sobre la vida, la fe y la obra del apóstol Pablo es una tarea muy complicada. Muchísimos libros fueron escritos con ese propósito a lo largo de tantos siglos. Así que sería muy presuntuoso de nuestra parte proponer un estudio amplio y satisfactorio acerca de este personaje bíblico tan peculiar.
Pero, al menos podemos leer un poco de sus propios escritos, con la ayuda de comentaristas e historiadores, e intentar conocerle y comprenderle un poco mejor. A eso nos proponemos, y para tanto empezaremos por la pregunta ¿quién fue Pablo?, buscando parte de la respuesta en lo que él mismo, y otros que convivieron con él, nos cuentan sobre su persona.
I. ¿Quién era Pablo antes de conocer a Cristo? Sigamos sus propias palabras en Fp 3.5-6; Gl 1.14. Tenemos aquí una lista muy interesante que nos lleva a algunas conclusiones sobre Pablo:
1. Su familia:
a) su familia tenía plenas condiciones de identificar su linaje como siendo de la tribu de Benjamín, lo que nos indica que llevaban de forma muy seria la tradición judía;
b) “hebreo de pura cepa” o “hebreo de hebreos”: sugiere que sus padres lo educaron hablando el arameo y el hebreo, guardando los preceptos del judaísmo. Indica, también, que su familia mantenía de forma muy estricta el estilo de vida judío, regulado por las estipulaciones de su ley;
c) su familia mantenía vínculos muy estrechos con la comunidad judía en Palestina, lo que nos muestra que era una familia con cierto grado de influencia en esa comunidad;
2. Ciudadano romano: no obtuvo ese privilegio por etnicidad. Muchos se tornaban ciudadanos romanos por tener un alto prestigio en sus comunidades; otros por servicios militares prestados a Roma; otros aún por buenos servicios como esclavos. No se sabe cuál fue la condición en que se encontraba la familia de Pablo, pero se supone que haya sido por su prestigio e influencia dentro de la comunidad judía.
3. Educación: su familia lo envió aún muy joven a estudiar en la prestigiosa escuela rabínica de Gamaliel en Jerusalén, lo que indica que era una familia con buenas posesiones e influencia política.
4. Idiomas: por el excelente uso que hace del idioma griego en sus escritos, podemos suponer que ese era el idioma que desde muy temprano hablaba cuando aún vivía en Tarso; además, hablaba también el arameo y el hebreo; por haberse criado en Cilicia, ciertamente hablaba el idioma nativo del local; además del latín por ser algo inherente a los privilegios de poseer la ciudadanía romana. Sin duda, eso explica muy bien lo que quiso decir Pablo a los corintios: “doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos vosotros” (1Co 14.18).
II. Su conversión al Cristianismo: La famosa historia del viaje a Damasco: en el libro de los Hechos hay algunas referencias al viaje que hizo Pablo a Damasco (Siria) con cartas de los sacerdotes judíos que le autorizaba a llevar presos a Jerusalén a los judíos convertidos al cristianismo (Hc 9.1-21). En su viaje Pablo fue encontrado por Cristo cuando llegaba ya a Damasco. Existen 3 versiones de esta historia en Hechos (9.1-21; 22.6-21; 26.12-18. La del capítulo 26 amplía considerablemente el relato que encontramos en el capítulo 9. Comparemos los textos de Hechos 9.1-21 y Hechos 26.12-18
Respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor (9.1)
Estaba convencido de que debía hacer todo lo posible para combatir el nombre de Jesús de Nazaret (26.9)
Metí en la cárcel a muchos de los santos (26.10)
Cuando los mataban, manifestaba yo mi aprobación (26.10)
Anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos (26.11)
Obligarlos a blasfemar (26.11)
Mi obsesión contra ellos (26.11)
Se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevar presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres (9.1-2)
Me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero. En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes (26.11-12)
Al acercarse a Damasco una luz del cielo resplandeció de repente a su alrededor (9.3)
A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes (26.13)
Él cayó al suelo (9.4)
Todos caímos al suelo (26.14)
Y oyó una voz que le decía (9.4)
Y yo oí una voz que me decía en arameo (26.14)
Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? (9.4)
Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared? (26.14)
¿Quién eres, Señor? preguntó Entonces pregunté: ¿Quién eres, Señor? (26.15)
Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad que allí se te dirá lo que tienes que hacer (9.5-6) Yo soy a Jesús, a quien tú persigues – me contestó el Señor – Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados (26.15-18)
Por esta simple comparación entre los dos textos ya notamos como dio importancia significativa a su encuentro con Cristo. Lo cuenta con detalles más precisos y completos que en la primera versión contada por Lucas. Eso indica que el apóstol a lo largo de su vida reflejó teológica y misionologicamente acerca del sentido de su conversión y de los nuevos significados que esa experiencia le trajo. Sin duda, estaba metido en un permanente trabajo hermenéutico (interpretativo) acerca de su experiencia con Dios.
Como destaque mencionamos el habla de Cristo en su respuesta a la pregunta de Pablo (26.15-18). La diferencia entre los dos textos es importante aquí, lo que nos muestra como Pablo valoraba la palabra dicha por Cristo y recibida por él en el momento de su conversión, y encontraba en ella unos referentes fuertes para su vida y misión desde entonces.
Ciertamente, uno de los puntos fuertes de la palabra de Cristo fue la definición acerca de sí mismo y su directa identificación con el “Señor”. Dijo: “soy Jesús”. Se presenta a Pablo como siendo el propio Dios y Señor, por eso ya no debería perseguirle más al cazar y matar sus seguidores; más bien, siendo ahora también un discípulos debería dedicarse por completo como “siervo y testigo”. Su nueva misión, fuertemente caracterizada por el servicio y el testimonio, pasaría a estar vinculada a la identidad personal y divina de Jesucristo.
Además, vemos que a lo largo de su ejercicio vocacional de vida cristiana e interpretativa de las Escrituras, Pablo encontraba significados nuevos y más amplios de la palabra de Cristo, lo que le hacía crecer en su teología, misión y espiritualidad.
Pero estos textos en hechos no son las únicas referencias a su conversión. Él mismo menciona la importancia que su encuentro con Cristo tuvo para su sentido personal de misión: Gl 1.11-24; Cl 1.24-29; Ef 3.1-3; 1Tm 1.12-16; Fp 3.3-17; 1Co 9.1; 15.8.
Como ejemplo tomamos a 1Co 9.1 cuando dice que “ha visto a Jesús nuestro Señor”, y a 1Co 15.8 en el que dice: “como a un nacido fuera de tiempo, apareció también a mí”. Aquí vemos como describe su conversión a Cristo como habiéndolo visto de forma real y objetiva, reconociéndolo claramente como el Señor. “Ver a Cristo” es una referencia que hace a su conversión en el camino a Damasco.
Pero, aún viendo a Cristo y convirtiéndose a él, Pablo se considera “tardío” por haberle visto tras su muerte y su resurrección, y no como los Doce. Esta palabra, “nacido fuera de tiempo” (ektrômati) también puede significar un aborto espontaneo o inducido. Posiblemente, usa esta palabra no para indicar la forma como se dio su encuentro con Cristo o la ocasión en que ocurrió; más bien, se relaciona con la situación de vida que llevaba antes de conocer personalmente a Cristo. O sea, es un término que describe a un ser humano que vivía desolado y deprimente antes de encontrarse con Cristo. Se describe como un aborto para poner énfasis en que la vida no tenía ningún sentido más elevado sin el encuentro con el Cristo resucitado.
Para nosotros hoy, creo que quedan algunas preguntas de reflexión: ¿Qué sentido tiene Cristo en nuestras vidas? ¿Nos hemos encontrado verdaderamente con él? ¿Podemos decir que Cristo nos encontró y nos rescató? ¿Qué significados tiene para nosotros y nuestras familias el hecho de que Cristo ha tomado la iniciativa de venir a nuestro encuentro ofreciéndonos su gracia, perdón y amor?
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