“Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo” – Mateo 28.18-20
“Afirmamos que Cristo envía a los redimidos al mundo así como el Padre lo envió a El, y que ello exige una similar penetración profunda y costosa en el mundo. Necesitamos salir de nuestros ghettos eclesiásticos y penetrar en la sociedad no cristiana. En la misión de la Iglesia, que es misión de servicio sacrificial, la evangelización ocupa el primer lugar. La evangelización mundial requiere que toda la Iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo” (Pacto de Lausana, VI).
Hablar y oír sobre una evangelización mundial más integral es una de las grandes necesidades que tiene la iglesia en nuestros días, puesto que entender la evangelización como un proceso continuo que va más allá de su popular concepto “cultural-expansionista” todavía es uno de las principales metas de la misión como teología. Como iglesia en misión necesitamos comprender la evangelización como uno de los componentes de su presencia y actuación integrales en las sociedades del mundo.
Por tanto, pensando por esta categoría que la expresión “evangelización integral” se usa para referirse a que “la riqueza y la complejidad de la misión de Dios no pueden ser resumidas en definiciones o explicaciones superficiales (Losada, Angulo, 1992:10). En ese sentido, no podemos limitar o identificar la evangelización del mundo exclusivamente con alguna de las tendencias o paquetes misioneros actuales. Si la identificamos con alguna de las tendencias actuales, sin duda, habrá una importante reducción del concepto de misión y de la práctica integral de la evangelización por parte de la iglesia.
Así siendo, podemos presentar la evangelización integral (o misión integral) como un tema que propone, ante todo, la retomada de una perspectiva teológica, pastoral y misionera que considere la reflexión bíblica de forma seria y fuerte. En ese sentido, debemos llevar en consideración tanto los elementos que componen la totalidad de la Palabra de Dios desde su contexto histórico-gramatical hasta la aplicabilidad de su sentido a las distintas situaciones y contextos de nuestras sociedades actuales. De esa forma, procuramos definir por medio de la reflexión bíblica seria, humilde y constante, los propósitos y la actuación redentores de Dios, y lo que está de hecho interesado en realizar en el mundo. En fin, la evangelización o la misión integral exige de la iglesia un permanente trabajo hermenéutico para comprender la misión de Dios (missio Dei) de forma cada vez más amplia.
Junto a la tarea hermenéutica se suma la importancia de verse el ser humano como habiendo sido creado por Dios como un ser completo y completamente inserido en un determinado contexto de vida. En la tarea de la evangelización integral es preciso tener una visión completa del ser humano sin reducirlo a muchos cachos, o desencarnarlo, o transformarlo en clasificaciones estadísticas religiosas. La evangelización integral busca comunicar el evangelio todo (tota scriptura) a la humanidad toda, respondiendo a todas sus necesidades.
Por tanto, la tarea evangelizadora de la iglesia exige integridad y credibilidad dignas del evangelio por parte de todos nosotros. Además nos pide una actitud concreta que nos conduce más allá de los límites y fronteras que uno mismo va estableciendo a lo largo del tiempo, y que nos haga llegar con el evangelio dentro de las dimensiones más profundas y esenciales de la vida y sociedad humanas. Es fundamental que encaremos la evangelización mundial como la tarea de todos los que hemos sido alcanzados por la gracia de Cristo; en ese sentido, cada cristiano es de hecho un evangelista viviendo y proclamando el evangelio en todas las dimensiones y momentos de su vida.
Es importante decir, también, que debemos encarar conscientemente la evangelización como una tarea que se extiende a todo el mundo y no solo a segmento y pueblos específicos del mundo. O sea, el mundo todo sin excepciones y en todas sus dimensiones es nuestro campo misionero. La humanidad, por tanto, es nuestro único campo misionero. No nos podemos contentar con menos cuando lo vemos a la luz de la vocación de la iglesia dada inicialmente a Abraham, nuestro padre en la fe: “¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!” (Gn 12.3).
Otro aspecto que debemos considerar cuanto a la evangelización integral del mundo es la cooperación e la unidad en la tarea evangelística. “La evangelización también nos invita a la unidad, puesto que la unidad fortalece nuestro testimonio, así como nuestra falta de unidad menoscaba nuestro evangelio de reconciliación… Confesamos que nuestro testimonio ha estado a veces marcado por un individualismo pecaminoso y una duplicación innecesaria” (Pacto de Lausana, VII).
Sabemos que la unidad cristiana, de hecho, es un factor básico para la evangelización. Claramente vemos en Jn 17.21-23 palabras de Cristo que lo enseñan: la unidad es esencial para que podamos llegar al mundo todo y a todos los segmentos de la vida humana con el evangelio restaurador y redentor. “Para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17.21), “y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí” (Jn 17.23). Es significativo observar cómo ha dado Jesús importancia a nuestra unidad como forma del mundo reconocerle a él como el enviado del Padre, tanto que ha establecido como base para la unidad cristiana su propia relación y unidad con el Padre: “para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17.21). Por tanto, necesitamos caminar constantemente hacia esa perfecta unión para que la evangelización integral sea, de hecho, efectiva en la vida de las personas.
Por fin, me gustaría solo que nos acordáramos de que la evangelización mundial es una tarea todavía inacabada y que, en este momento histórico específico, Dios llama a su iglesia por todo el mundo para que sea instrumento eficaz para que el evangelio redentor le llegue integralmente a toda la humanidad y a todas las dimensiones de la vida humana. Debemos, así siendo, dedicarnos a ello en oración y disposición.
la teologia esta al servicio de la evangelizacion?la nota me ayuda a comprender algunos conceptos. ya que estoy cursando primer año de teologia
ResponderEliminar