¡Estamos en la semana de la Pascua! Para los cristianos conmemoramos en la Pascua la obra de salvación realizada por Jesucristo en la cruz que ha sido plenamente concretada por su resurrección. En Romanos 4.25 Pablo afirma que Cristo ha muerto por nuestras transgresiones y que ha resucitado por nuestra justificación.
Tenemos en Juan 20 un texto que nos ayuda a entender el impacto de la resurrección de Cristo en la vida de sus discípulos de entonces y buscar los sus significados a nuestras vidas hoy. ¿De qué forma podemos participar del evento de la resurrección de Cristo, nosotros que no estábamos allí?
En este capítulo del evangelio de Juan podemos ver la forma como reaccionaron María Magdalena, Pedro y Juan a la resurrección del Señor. Es lo que intentaremos ver, buscando también, el sentido que le da la propia Escritura a la resurrección.
1. La resurrección sorprende la muerte (20.2): María Magdalena ha ido al sepulcro para completar lo que habían hecho con prisas el viernes, puesto que se acercaba el sábado pascual cuando los judíos deberían guardar sus ceremonias. Además de los aromas y bálsamos, traía también la triste expectativa del luto, de la noche mal dormida y de la gran roca que tapaba la entrada de la tumba.
Sus compañeras y ella (Lucas 24) tuvieron una inesperada sorpresa. La roca había sido removida de su lugar y no había ningún guarda vigilando la entrada. Dentro, el túmulo vacío. El relato de los versos 11-18 nos deja claro que la interpretación que le dieron las mujeres nada tenía que ver con el milagro de la resurrección, más bien se trataba de un allanamiento y hurto del cadáver. Para María Magdalena lo que hubo era que “se han llevado a mi Señor y yo no sé donde lo han puesto” (20.13).
Lo sorprendente es que la vida ha vencido la muerte. Jesús, por tanto, nos invita a que, desde la perspectiva de su resurrección, miremos a la vida y no más a la muerte. No lo han llevado, sino que “de la sepultura ha salido” con triunfo y con gloria. ¡Cristo ha resucitado!
Ni siempre esta es nuestra actitud, sino más bien que esperamos encontrar las cosas tal y como las dejamos y siempre fueron. Pero la resurrección de Cristo cuestiona seriamente nuestros conceptos existencialistas de la vida y de la muerte. Cristo ha vencido la muerte para salvarnos y restaurarnos a la verdadera fe.
2. La resurrección ha dejado un enigma inexplicable (20.6-7): Juan ha corrido más rápido que Pedro y llegó antes; sin embargo, ha sido Pedro el que pasó primero al sepulcro y constató como el sudario estaba enrollado perfectamente y guardado en un lugar aparte, como si alguien le “ordenara la cama”.
Es posible que la referencia en plural que encontramos en el verso 9 - “hasta entonces no habían…” - se aplicara a Pedro y Juan, o posiblemente se refiriera también a todos los demás discípulos que a medida en que fueron creciendo en la fe pudieron entender cada vez más el sentido que tiene las Escrituras. El hecho es que el testimonio de las Escrituras sobre la disposición de las vendas y del sudario vino a ser uno de los misterios de la resurrección, a punto de alimentar, alrededor de los siglos XII o XIV, la teoría del Santo Sudario de Turín. El túmulo vacío y la disposición de las vendas y del sudario es una invitación a la reverencia ante el maravilloso misterio que ha sido y sigue siendo la resurrección de Cristo. Nos invita Cristo a la reverencia, al silencio y a la meditación.
3. La resurrección despertó a la fe (20.8): Juan ha entrado al sepulcro después de que lo hiciera Pedro, pero “vio y creyó” inmediatamente. Por el verso 9 somos llevados a pensar que tras lo que han visto, hubo una conversación entre Pedro y Juan. Puede que hayan hablado verbalmente, puede que solo haya cambiado sus impresiones por la forma en que se miraron. Pero el hecho es que ante el túmulo vacío regresaron a casa con sus corazones ardiendo en fe.
La resurrección despierta la fe, pero no una fe sin dirección. La fe que ha sido despertada ha sido la fe en las profecías del Antiguo Testamento, que preanunciaron tales acontecimientos y hablaron de la resurrección del Siervo de Dios, Cristo. Las Escrituras nos enseñan que la manera correcta de ver al túmulo vacío no es con tristeza por la muerte, tampoco con desconfianza en el corazón, más bien con fe en las palabras de la Biblia.
“Creer” es una palabra clave para el evangelio de Juan donde ocurre por 90 veces, puesto que este es el propósito del evangelio, llevarnos a creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que creyendo, tengamos vida en él (20.30-31).
Creer es una actitud que corresponde a un nuevo estilo de vida: “para que al creer en su nombre tengáis vida”. El objetivo de Juan es que se despierte dentro de todos nosotros una fe renovada, y fortalecer la fe que ya la tenemos en nuestra vida, “reviviendo la fe ya existente” (F. F. BRUCE). Solo por la resurrección de Jesucristo se puede despertar esa verdadera fe en la vida humana.
4. La resurrección ha cumplido con las Escrituras (20.9): Juan llega a la cumbre de su testimonio. El verso 9 nos dice que “todavía” no habían comprendido a las Escrituras. El evento de la resurrección hizo con que los puntos fueran unidos y todas las cosas empezaron a cobrar su verdadero sentido. Todo lo que hizo y enseñó Cristo cumplía, de hecho, con las promesas del Antiguo Testamento.
La expresión “Jesús tenía que resucitar” es fundamental en el texto. Nos muestra que sin la resurrección de Cristo la redención humana no sería completada, puesto que eso supondría la victoria de la muerte sobre la vida. Sin embargo, lo que dijo Cristo sobre su propia vida se ha cumplido: “nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla” (Juan 10.18). Ante eso, solo el testimonio de las Escrituras es capaz de fornecer la correcta interpretación de todas las cosas. En Juan 5.39 confirma Cristo que son las mismas Escrituras las que testifican de él.
Por eso, era necesario que se cumpliera la obligatoriedad del decreto divino, pues su voluntad siempre se cumple (1 Corintios 15.14, 19, 23)
Vuelven Pedro y Juan a casa (20.10) llevando en sus corazones una sensación de expectativa. Con la resurrección de Cristo, ¿cómo será de ahora en adelante? En los versos siguientes leemos sobre los variados encuentros entre el Cristo resucitado y sus discípulos: reúne a su pueblo, trata de sus heridas, llénales de fe y esperanza el corazón, renuévales el compromiso, corrige sus falsas perspectivas y los bendice con su reconfortante presencia. Lo mismo pasa con nosotros hoy, porque “dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (20.29).
Ante la resurrección de Cristo conmemorada en la Pascua, aprendemos que la manera correcta de comprenderla es por las Escrituras Sagradas (la Biblia), estudiando las Escrituras encontramos vida y luz para nuestros caminos. Así andaremos por fe y con la seguridad de que las promesas de Dios siempre se cumplirán ya que nada está fuera de su control y soberanía. ¡Que en este domingo de Pascua los efectos de la resurrección de Jesucristo llene nuestras vidas con la verdadera fe salvadora!
Rev. Hélio de Oliveira Silva
Iglesia Presbiteriana de Brasil
Me gusta pasar Semana Santa con mi familia y desconectarnos todos de nuestros respectivos trabajos.
ResponderEliminarEste año alquilamos departamentos Buenos Aires y estamos muy contentos.
Saludos