miércoles, 17 de marzo de 2010

La Centralidad de la Biblia en la Misión

Notamos que el indispensable carácter de la Biblia como la forma de Dios comunicarse con los seres humanos hace con que su lectura e interpretación sean el alma de la acción misionera de la iglesia en el mundo: “aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la bondad, sabiduría, y poder de Dios de tal manera que los hombres quedan sin excusa, sin embargo, no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación; por lo que le agradó a Dios en varios tiempos y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; y además, para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne, malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su Iglesia” (Confesión de Fe de Westminster, I, i).

De forma semejante, el Pacto de Lausana dedica un párrafo a la autoridad y el poder de la Biblia enfatizando “el mensaje de la Biblia se dirige a toda la humanidad, puesto que la revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inalterable. Por medio de ella el Espíritu Santo sigue hablando hoy. El ilumina la mente del pueblo de Dios en cada cultura para percibir la verdad nuevamente con sus propios ojos, y así muestra a toda la iglesia más de la multiforme sabiduría de Dios” (Pacto de Lausana, II).

Ante eso, debemos acordarnos, en líneas generales, lo que creemos acerca de la Biblia: se trata de la palabra revelada de Dios que debe de ser recibida por nosotros por su inspiración divina, veracidad y autoridad. Por eso, la consideramos como la norma para nuestra fe y conducta. Además expresamos nuestra relación con la Biblia cuando decimos que nuestra fe se deriva únicamente de la Biblia (sola scriptura) y que toda la Biblia (tota scriptura) es nuestra fuente de autoridad y no solo algunos textos previamente seleccionados y enfatizados. Junto a eso, es importante mencionar que el Espíritu Santo nos ilumina y auxilia hoy en nuestra lectura, interpretación y entendimiento de la Biblia para que podamos vivir la vida y la espiritualidad cristiana de forma verdaderamente misionera.

Sin embargo, aun reconociendo la posición central que ocupa la Biblia en el pensamiento y en la práctica cristiana, constatamos que vivimos en un momento en el que la lectura bíblica, sólida y relevante, carece de fuerza en el campo de la misión. Eso se ve en los círculos misioneros, cuando la lectura de la Biblia se mantiene muy centrada en unos cuantos textos bíblicos ya consagrados como “textos misioneros” y con su interpretación ya predeterminada por la misionología evangélica popular.

Lo que queremos decir es que en el campo de la misión, específicamente, sufrimos de un grave reduccionismo en nuestro abordaje bíblico. Desafortunadamente, este reduccionismo es fruto de una hermenéutica que trata la Biblia como si fuera una caja de bombones en la que buscamos los “mejores” textos que apoyan nuestras estrategias. “El problema surge cuando la tecnología se torna en una sustituta de la Escritura bajo la suposición de que lo que necesitamos es de una mejor estrategia, no de un evangelio más bíblico y de una iglesia más fiel” (René PADILLA).

Ante eso es imprescindible que la iglesia repiense teológicamente su identidad y su tarea misionológica a la luz de la Biblia y en referencia a su contexto específico y actual de vida. Este constante repensar bíblico-teológico es uno de los fundamento de la fe reformada que urge ser aplicado a La misionología. Se trata de la iglesia reformada siempre se reformando;o, como decía Calvino: “la Escritura es como un par de lentes que corrigen nuestro astigmatismo visual, unas lentes que refocalizan lo que vemos a un padrón inteligible”.

Pensando de esta forma, es preciso que estemos conscientes de que la misionología debe de estar en continuo proceso de evaluación, cierta de que tiene su punto de partida en la palabra de Dios y que la iglesia, comunidad misional, establece su enfoque ante todo en las Escrituras.

En ese sentido, es pertinente que “se establezca una conciencia misionera y misionológica en la iglesia por intermedio de la prioridad de la lectura bíblica” (Leonardo SAHIUM). De hecho, vemos en la Biblia la fuerza animadora en el proceso de reconducir la iglesia a rever su identidad misional a la luz de la Biblia. “No tenemos misión sin la Biblia, ni podemos entender la Biblia a parte de la misión de Dios” (Charles VAN ENGEN).

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