miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Cómo Conocer la Voluntad de Dios?

Todos nosotros queremos conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Nos preguntamos siempre qué es lo que Dios desea cuanto a los estudios, trabajo, salud, familia y matrimonio. A los cristianos nos interesa conocer la voluntad de Dios para cada dimensión de nuestra vida humana.
En el texto de Romanos 12.1-2 vemos al apóstol Pablo tratando precisamente de este tema: “¿cómo conocer la voluntad de Dios?” En verdad, conocer la voluntad de Dios no es tan difícil, en teoría basta leer la Biblia, puesto que solo por su intermedio llegamos a saber que nos enseña Dios, que es lo que ha hecho él por nosotros y cuál su voluntad para la vida humana. Lo más difícil, en verdad, es estar en condiciones de conocer la voluntad de Dios. ¿Qué es lo que significa eso? Muy sencillo: para que uno conozca la voluntad de Dios es preciso estudiar la Biblia y, a la vez, tener unas condiciones que hace posible comprender la voluntad revelada por Dios en su palabra. Pero ¿qué condiciones son esas?
1. Reconocer las misericordias de Dios
“Tomando en cuenta las misericordias de Dios, os ruego que...”. Para conocer la voluntad de Dios es necesario reconocer su misericordioso compasión son parte inherente de su ser. Cuando Jesús vio a las multitudes tuvo misericordia de ellas debido al estado deplorable en que se encontraban (Mt 9.36) y no podemos pensar que la multitud son los demás, sino que yo mismo soy esta multitud por la cual Cristo tiene misericordia.
Así que reconocer las misericordias de Dios en nuestra vida es reconocer que todo lo que somos y lo que tenemos se debe a su misericordia. Posiblemente a palabra “gracia” pueda resumir esa idea. En verdad el evangelio se resume en la gracia de Dios. La gracia y la misericordia no ocurren solo en la conversión y en la salvación, sino que están presentes todo el tiempo; la gracia es, en verdad, la actuación redentora completa de Dios en nuestra historia.
Por eso, creemos que por su infinita misericordia Dios nunca desiste de ninguno de nosotros, aunque sepa exactamente quienes somos. Por su misericordia Dios invierte en nuestras vidas, caso contrario nunca hubiera enviado a su Hijo a morir en nuestro lugar. Por su misericordia Dios nos busca insistentemente y nos llama a sí mismo. Si queremos, de hecho, conocer la voluntad de Dios debemos en la lectura de la Biblia reconocer que Dios es misericordioso. Solo mirando hacia la misericordia de Dios empezaremos a comprender mejor lo que Dios quiere de nosotros.
2. Renunciar a nuestra propia vida
“Os ruego que cada uno de vosotros, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios y no os amoldéis al mundo actual”. Para conocer la voluntad de Dios hay que reconocer muy bien quiénes somos y cuál es nuestro estado de pecado. Es fundamental, para tanto, renunciar a diario a nuestra propia inclinación personal y natural hacia el pecado y no vivir según los criterios que caracterizan y determinan nuestra época. “No nos conformar” es no nos amoldar al pecado y no nos acomodar a los procedimientos considerados normales de una sociedad corrupta. Se trata, literalmente, de luchar contra la naturaleza pecaminosa que llevamos adentro y no quedarnos pasivos ante la maldad que hay en nuestra propia vida.
“Ofrecer nuestro cuerpo como sacrificio a Dios” nos recuerda a los sacrificios de animales que habían en el Antiguo Testamento que apuntaban al perdón dado por Dios a los creyentes. Aquí Pablo usa esa expresión para referirse a una entrega total de nuestro ser a Dios. Es ofrecerle la totalidad de la vida incluso su materialidad y corporalidad (presentar nuestros cuerpos). En ese sentido, reconocemos que tenemos un cuerpo, somos un cuerpo, somos una persona visible, identificable y definible. Eso, evidentemente, implica en la vida en sociedad, familia y en las demás relaciones humanas. Lo que Pablo nos lleva a hacer es ofrecerle a Dios nuestra vida común de todos los días (del trabajo, del hogar, del estudio, de la fe, de las relaciones sociales).
Así, no hace ningún sentido ofrecerle a Dios nuestro culto dominical sin ofrecerle a diario todo nuestro ser como un verdadero culto; no hace sentido ofrecerle un culto sagrado y espiritual sin ofrecerle también un culto secular, profesional y familiar; no hace sentido ofrecerle un culto emotivo sin ofrecerle igualmente un culto inteligente y racional. Culto é renuncia: entramos al culto llenos de nosotros mismos, renunciamos nuestra propia vida y salimos vacíos de nosotros. Solo de esa manera, estaremos llenos de Dios, de su palabra y de su Espirito.
La sociedad nos condiciona con sus valores y sus criterios, nos lleva a buscar de forma ansiosa el éxito, el placer y el consumo para encontrar sentido para la vida. Pero los criterios y los valores del Reino de Dios son totalmente distintos. Renunciar es andar dentro de la voluntad de Dios.
3. Renovar nuestros conceptos
“Sino sed transformados mediante la renovación de vuestra mente”. Al no conformarnos con los valores que determinan nuestro momento histórico, no nos quedamos neutros o vacíos. Antes, nuestra mente, conceptos y valores son totalmente transformados por un proceso de renovación. Casi siempre que se habla de renovación se supone una renovación espiritual (subjetiva, interior e individual), pero no hay nada más espiritual que renovar la forma como pensamos y vemos la vida. Dios sustituye los valores pecaminosos por los valores de su Reino. Eso tiene que ver con un cambio progresivo, pero radical, en nuestra manera de pensar, de comprender las situaciones, de relacionarse con los demás y de actuar ante cualquier situación. Se trata de una mente renovada, se trata de una mente que pasa a funcionar dentro de otros criterios cambiando la forma como vivimos.
Esa transformación que Pablo menciona tiene que ver con la idea de “metamorfosis” cuando el gusano se transforma en mariposa. ¿De qué estamos hablando? Simplemente que, por la acción renovadora de Dios, pasamos poco a poco a pensar y actuar con la mente (palabra) de Cristo. De forma práctica ¿cómo se modifica nuestra manera de pensar? Para esa metamorfosis recibimos de Dios algunos medios importantes:
a) su Palabra: no podemos pensar que vamos a asimilar nuevos conceptos y valores, y tener una mente renovada sin detenernos paciente, humilde y profundamente en su Palabra. Siendo la Biblia la propia Palabra de Dios es su fuente de revelación a los hombres;
b) el Espíritu Santo: de igual forma no podemos pensar que lograremos una transformación radical de nuestra forma de pensar y actuar contando exclusivamente con nuestro empeño personal y con nuestra fuerza de voluntad humana. El Espíritu Santo es quien nos capacita a entender a Biblia, es el que efectivamente transforma nuestro ser;
c) la comunidad cristiana (iglesia): la iglesia es un medio fundamental que Dios se utiliza para llevarnos a un constante proceso de transformación. El contexto eclesiástico en el que vivimos nos instruye y nos proporciona condiciones para vivir la vida, cada día, en proceso permanente de transformación.
Concluye Pablo diciendo: “Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Comprobar y experimentar la voluntad de Dios supone que antes la vamos a conocer, pero se trata de algo más que solo conocer. Se trata de conocer para experimentar, saber para vivir, comprobar para comprometerse.
La voluntad de Dios no es teórica, debe de ser vivida en todas las dimensiones de la vida común. Es buena según los propósitos de Dios y se ajusta al proyecto de vida que Dios propone a los seres humanos. Es agradable no porque se destina a producir placer, sino por darnos la satisfacción de vivir para aquello que fuimos creados. Es perfecta porque no hay nada mejor que vivir la voluntad de Dios en cada y en todas las dimensiones y situaciones de nuestra existencia. Que Dios nos bendiga e nos ayude a caminar según su voluntad.

2 comentarios:

  1. Conocer la voluntad de Dios y conocer el propio Dios, son temas relacionados con nuestro propio ser, no podemos separar estas dimensiones de nuestra vida, como Ud. dice: sea el trabajo, la familia, la salud o mismo el ocio, por lo tanto ésta su reflexión sobre romanos 12:1-2 es de mucha importancia para la dieta de la Iglesia.
    Estas misericordias "oiktirmós", estos consuelos que originan del estado miserable de ser humano que está en necesidad, llegan y nos abren puertas para encontrar el entendimiento, es como una luz que se alumbra en medio la oscuridad.
    Solo por estas misericordias es que podemos renunciar a la vida de uno mismo y poder ofrecer algo de valor, como sacrificio vivo. El fruto de esto es la oportunidad que uno tiene de renovar los conceptos, solo experimentando algo fuera de lo normal, algo extraordinario, solo así podemos llamar a la razón “logikós”, la lógica como dice al Ap. Pablo, algo de razón, la propia, pero de forma espiritual, algo paradojo, pero que puede ser experimentando, así descubriremos la voluntad de Dios.
    Así que estimado Rev. Carlos, me alegro con sus reflexiones teológicas y por la vida que encontramos en ellas. Deseo muchas bendiciones. Desde Huelva les enviamos saludos.
    Leno Franco

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  2. Conocer la voluntad de Dios y conocer el propio Dios, son temas relacionados con nuestro propio ser, no podemos separar estas dimensiones de nuestra vida, como Ud. dice: sea el trabajo, la familia, la salud o mismo el ocio, por lo tanto ésta su reflexión sobre romanos 12:1-2 es de mucha importancia para la dieta de la Iglesia.
    Estas misericordias "oiktirmós", estos consuelos que originan del estado miserable de ser humano que está en necesidad, llegan y nos abren puertas para encontrar el entendimiento, es como una luz que se alumbra en medio la oscuridad.
    Solo por estas misericordias es que podemos renunciar a la vida de uno mismo y poder ofrecer algo de valor, como sacrificio vivo. El fruto de esto es la oportunidad que uno tiene de renovar los conceptos, solo experimentando algo fuera de lo normal, algo extraordinario, solo así podemos llamar a la razón “logikós”, la lógica como dice al Ap. Pablo, algo de razón, la propia, pero de forma espiritual, algo paradojo, pero que puede ser experimentando, así descubriremos la voluntad de Dios.
    Así que estimado Rev. Carlos, me alegro con sus reflexiones teológicas y por la vida que encontramos en ellas. Deseo muchas bendiciones. Desde Huelva les enviamos saludos.
    Leno Franco

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