viernes, 22 de enero de 2010

Somos Llamados por Cristo

Por toda la Biblia encontramos narrativas del llamado de Dios a varias personas y la forma como respondieron a este llamado. En el inicio de su ministerio entre los hombres, Jesucristo llamaba personas a ser sus discípulos y para servirle conforme su voluntad para cada uno. En uno de estos casos, registrado en Mt 4.18-22 lo vemos llamando a cuatro personas: los hermanos Pedro y Andrés; y otros dos hermanos Jacobo y Juan.
Tanto el contenido del llamado como la respuesta dadas se equivalen perfectamente; así, ante el llamado de Cristo a los cuatro, me gustaría pensar un poco sobre la realidad del llamado de Jesucristo a cada uno de nosotros hoy, puesto que se trata de un llamado real al que respondemos consciente o inconscientemente, positiva o negativamente.
¿De qué forma nos llama Cristo? En el pasaje vemos que Cristo les dice a Pedro y Andrés: “venid, seguidme y os hará pescadores de hombres” (4.19), mientras que a Jacobo y Juan el texto dice que “Jesús los llamó” (4.21). Vemos que ambos tienen el mismo contenido, por eso nos ocuparemos de explicar el primero puesto que nos revela mejor la forma como nos llama Jesús.
“Seguidme”: Jesús empieza su llamado invitando al ser humano a seguirle. Podemos decir que la invitación para seguir a Cristo es el fundamento para toda nuestra vocación. En ese sentido, el llamado y la vocación son conceptos sinónimos. Cristo nos llama y nos invita a estar con él, a caminar toda nuestra vida a su lado en una relación verdadera, restauradora y fructífera.
Estar con Cristo es la esencia de la vocación cristiana. Seguirle es comprometer nuestra vida con su palabra, es caminar junto a él y no encontrar en el pecado y en la distancia ningún sentido. Al llamarnos a estar con él y a seguirle, Jesús nos invita a vivir la totalidad de esta vocación. Su llamado incluye todas las dimensiones de nuestro ser: no podemos seguir a Cristo solo en las cosas que nos interesan personalmente o que nos sean de conveniencia; no podemos seguirle solo en lo que esté de acuerdo con lo que pensamos, sentimos o deseamos. Jesús nos invita con la clara intención de llevarnos a vivir con él en la totalidad de nuestras vidas: “el que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió” (1 Jn 2.6). Estamos ante un llamado irresistible que lo abarca todo lo que somos.
“Y os haré”: cuando seguimos totalmente a Cristo, él nos transforma, nos hace, nos recría. Solamente él nos puede hacer de nuevo y nacer de nuevo. La iniciativa de la transformación es divina. En nosotros mismos no hay nada con que emprender una transformación con la profundidad que Cristo nos propone y produce al llamarnos hacia sí mismo.
El que es llamado a seguir a Cristo nunca puede olvidarse de que solo Cristo nos puede tornar a ser en lo que él nos propone: es Jesús quien reescribe nuestra historia, redirecciona nuestros ideales, reformula nuestros conceptos. Él nos introduce en su nueva creación produciendo su voluntad en nosotros. Por eso, podemos llevar muy en serio las palabras de Pablo: “con respecto a la vida que antes llevabais, se os enseño que debíais quitaros el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de vuestra mente; y poneros el ropaje de la nueva naturaleza, creado a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad” (Ef 4.22-24).
“Pescadores de hombres”: el llamado de Cristo no es para ser transformados y guardados en el congelador, sino que para ser transformados y usados en su cosecha: ¡él nos llama a seguirlo en misión! Si no estamos insertados en la obra de Cristo en el mundo y actuando dentro de esta proporción, puede que nunca hayamos oído la su voz. Nadie es llamado solo para ser un creyente sino que también para dar continuidad al servicio que Cristo nos da como iglesia.
Pescadores de hombres es una expresión usada en contraste con la profesión de los cuatro hombres mencionados en el pasaje, así que los cuatro entendieron perfectamente el objetivo del llamado de Cristo. El propósito de Jesús es que cada uno de nosotros estemos activamente comprometidos con su obra de rescatar personas de las tinieblas para su maravillosa luz. Esta misión no debe ser olvidada ni la podemos posponer. Jesús nos llama a seguirle en servicio consagrado hoy.
Pero, además de ver en el pasaje algunas características de cómo nos llama Cristo, también podemos ver, por la experiencia de los cuatro, como le debemos responder.
“Prontitud”: en el verso 20 leemos que “al instante dejaron sus redes y le siguieron”; en el 22 que “dejaron en seguida la barca y a su padre y le siguieron”. Aprendemos con estos hombres que la prontitud para cumplir la voz de Cristo es una virtud cristiana, puesto que la voluntad de Dios para nosotros es que estemos listos en responder positivamente a su palabra en una consciente actitud de franca obediencia. Nuestro corazón debe de estar listo para hacer lo que sabe, por la Escritura, ser la voluntad de Dios. Debemos de buscar la prontitud como una dadiva del Espíritu Santo a cada uno.
“Desprendimiento”: los que continuamente somos llamados por Cristo ya no podemos mantenernos presos a cosas y situaciones que nos impiden de seguir y servir a Cristo: los cuatro hombres del pasaje han dejado a sus redes, a sus barcos e incluso a su padre. No se sintieron impedidos de seguir a Cristo.
Jacobo y Juan no han abandonado ni renegado a su padre, sino que se han consagrado totalmente a Cristo. Algunos de nosotros, incluso, somos llamados a dejar nuestras actividades normales y a dedicarnos en tiemplo completo al servicio de Cristo, pero la gran mayoría somos vocacionados a servir a Cristo por medio de nuestras profesiones y actividades. En ambos casos el elemento que sigue siendo central es la dedicación y el desprendimiento para el servicio.
“Seguimiento de Cristo”: en el final de los versos 20 y 22 los vemos a los cuatro siguiendo a Cristo. La palabra en el texto griego es muy fuerte, significa “seguir sin impedimentos y sin obstáculos”. De esa manera siguieron a Cristo sin que nada les impidiera. Cuando uno quiere seguir a Cristo los impedimentos siempre surgen: prejuicios personales, sociales, filosóficos y otros que nosotros los vamos añadiendo a lo largo de la vida como justificativas para quedarnos dónde estamos. Hay que superar los obstáculos, sean los que fueren, meditando en la palabra de Dios y sometiendo nuestra vida a Cristo.
¡Jesús nos llama! Nos llama claramente y a diario. Nos llama para sí mismo y para que le sirvamos entre la humanidad. Debemos responder con fe y positivamente a su voz, consagrando todo nuestro ser a él y a su voz.

1 comentario:

  1. hola mi nombre es clara milena y me parece fantastico el tema de como ser llamados por DIOSpara su sevicio y como el señor trasforma nuestras vidas despues de recibirlo para q nos volvamos pescadores de hombres como lo dice su palabra el señor los bendiga y muchas gracias por el tema

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